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Dain Bornhald
Dain
Información cronológica
Primera aparición EODM 15
Última aparición URDL 13
Información biográfica
Nombre completo Dain Bornhald
Nacionalidad Tarabon
Nacimiento ca. 976 NE
Información política
Afiliación Hijos de la Luz
Ocupación Soldado
Descripción física
Género Hombre
Complexión Delgado
Ojos Oscuros y hundidos
Familia
Geofram Bornhald (padre)
“¡Mi nombre es Dain Bornhald! ¡Recordadlo, Amigos Siniestros! ¡Haré que temáis mi nombre!”
   —Dain Bornhald

Dain Bornhald es un joven oficial de los Hijos de la Luz, hijo del capitán Geofram Bornhald. Como la inmensa mayoría de integrantes de su orden, está consagrado a hacer brillar la Luz en todos los rincones del mundo y a acabar con aquéllos que amenacen su mensaje, sin duda por ser Amigos Siniestros. Mientras que su padre es de naturaleza más flexible y razonable, Dain posee un temperamento fiero e impulsivo.

Apariencia[]

Dain es un hombre joven, apenas unos años mayor que Rand al'Thor, aunque ya ha ascendido algunas posiciones en la jerarquía de los Hijos de la Luz y luce dos marcas estrelladas en su capa inmaculada, indicativo de su rango. Es alto y delgado, con un rostro estrecho y ojos oscuros y hundidos. A partir de la campaña en Dos Ríos, se suele hacer hincapié en el aspecto descuidado que comienza a adquirir como fruto de sus crecientes obsesiones, y sus ojos se ven a menudo inyectados en sangre a consecuencia de abusar de la bebida.

Historia[]

El país de origen de Dain no se ha precisado con claridad en las novelas, pero su apellido y su forma de hablar, semejante a la de su padre, indican que seguramente sea tarabonés. En alguna ocasión se han referido a él anteponiendo el tratamiento honorífico de "lord", mas se desconoce si esto se debe a que es de origen noble, a una muestra de respeto o a haber heredado este tratamiento de su padre, denominado "Lord Captain" en la versión original de los libros. Pese a que aún debe de estar lejos de cumplir los treinta años, Dain tiene un puesto de cierta responsabilidad entre los suyos. En su primera aparición muestra una estrella, pero tras ella ya lleva dos en su uniforme, lo que implica que sólo está a un paso de convertirse en capitán, como su padre.

Sinopsis[]

El Ojo del Mundo[]

Dain2

Dain durante su encuentro con Rand

Dain Bornhald forma parte de un destacamento de Capas Blancas enviado a la localidad de Baerlon durante el duro invierno de 998 NE. El joven soldado pasea orgulloso con dos de sus hombres por el lugar cuando, en una de sus travesuras, Mat Cauthon les arroja barro e, involuntariamente, provoca que Dain y los otros la tomen con su amigo Rand al'Thor. La discusión está a punto de terminar en un enfrentamiento, más cuando Dain empieza a sospechar que Rand es algo más que un simple campesino por llevar una espada con la marca de la garza, pero los habitantes de Baerlon se ponen de parte de los chicos y fuerzan a los Hijos de la Luz a retirarse. Esa misma noche, Dain y otros cuatro Capas Blancas montan guardia en una de las puertas de la ciudad cuando Rand y sus compañeros intentan marcharse de allí, lo más rápido y silenciosamente posible. Dain reconoce a Rand y sólo la revelación de los poderes de Moraine Damodred, la Aes Sedai que guía al grupo, consiguen intimidarlo. Por medio del Espejo de las Nieblas, Moraine simula ser una gigante y causa tal terror entre los Hijos de la Luz que permite que Rand y los demás puedan irse sin encontrar más oposición. No obstante, este encuentro queda marcado en la memoria de Dain, convencido de que todas aquellas personas eran peligrosos Amigos Siniestros.

La Gran Cacería[]

Aunque no llegará a aparecer hasta unos meses después, a través de Geofram Bornhald se menciona que el joven Dain y su grupo se ha reunido en Caemlyn con el contingente dirigido por el capitán Elmon Valda y que se dirige con él a Tar Valon como parte de las fuerzas de presión que tratan de obstaculizar la llegada de Elayne Trakand a la Torre Blanca y de vigilar los movimientos de las Aes Sedai.

El Dragón Renacido[]

A través de Jaret Byar, un antiguo subordinado de su padre, Dain se entera del fallecimiento de éste en la Batalla de Falme, y esta noticia le marca profundamente. Byar le asegura que los culpables de la muerte de Geofram y sus hombres han sido unos Amigos Siniestros que conformaban un ejército con Aes Sedai en sus filas y entre los cuales había un asesino de Hijos de la Luz con el que previamente su padre se había encarado, Perrin Aybara de Dos Ríos. La noticia de la heroica muerte de su padre afecta bastante a Dain, quien se vuelve más brutal, irascible y fanático. Esto queda patente cuando él solo está a punto de luchar con Verin Mathwin y sus acompañantes, entre las que se encuentra Elayne, cuando intentan entrar en Tar Valon. Egwene al'Vere encauza el Poder Único y aterroriza a las dos docenas de hombres que acompañan a Dain, pero éste mantiene su actitud desafiante y, enfurecido como pocas veces, les acusa de ser Amigas Siniestras y promete vengar a su padre.

El ascenso de la Sombra[]

Elmon Valda recibe órdenes del Capitán General Pedron Niall de enviar a la mitad de sus hombres a Dos Ríos a luchar con Amigos Siniestros, y Dain Bornhald es uno de los primeros en ofrecerse voluntario para esta tarea. Él, Byar y los soldados puestos a su cargo se reúnen en Embarcadero de Taren con Ordeith, un misterioso personaje que en cuestión de semanas se ha ganado la confianza de Niall y ha sido el verdadero impulsor de la llegada de los Hijos de la Luz a la región. El panorama que se encuentran los Capas Blancas en Dos Ríos es preocupante, ya que la zona está sufriendo ataques periódicos de Engendros de la Sombra, pero su llegada no hace más que empeorar las cosas. Ordeith en persona manda asesinar brutalmente a la familia de Perrin Aybara después de que éstos se burlaran de las acusaciones de ser Amigos Siniestros, y hace creer a todos que los autores de la matanza han sido los Trollocs. Dain es uno de los pocos testigos de lo ocurrido, y aunque no está de acuerdo con algunos de los métodos de Ordeith y con el afán justiciero de hombres como Byar, tampoco obstaculiza su labor y prefiere entregarse a la bebida.

La situación en Dos Ríos da un giro radical cuando Perrin regresa a su hogar y comienza a organizar a sus convecinos, ocupándose de combatir a los Trollocs y de liberar a la madre y las hermanas de su amigo Mat, que habían sido capturadas siguiendo el mandato de Ordeith. Éste desaparece después de que Embarcadero de Taren sea atacada por Engendros de la Sombra y, tras sufrir importantes pérdidas, los Hijos de la Luz no tienen más remedio que replegarse hacia el sur, llegando hasta Campo de Emond. Allí, Dain y Byar se reencuentran con Perrin y están a punto de causar un grave altercado. Pese a la tozuda oposición de los aldeanos, Perrin permite que los Hijos de la Luz se instalen allí e incluso accede a que le capturen y le juzguen por haber matado a dos de sus hombres el año anterior, pero siempre y cuando Dain y los demás prometan ayudarlos a combatir a los Trollocs. Sin embargo, los Capas Blancas se niegan a tomar parte en la Batalla de Campo de Emond, en la que los Trollocs son finalmente aniquilados y Dos Ríos liberada, por lo que Perrin y sus seguidores les obligan a marcharse de su tierra y no volver nunca más. Antes de irse, Dain le amenaza con dureza, le acusa de haber matado a su padre y promete verle muerto, al precio que sea.

El Señor del Caos[]

Dain se encuentra en la Fortaleza de la Luz, en Amador, cuando Elmon Valda regresa allí por orden de Pedron Niall. El capitán observa que su antiguo subordinado está borracho cuando acude a recibirlo, con lo que aumenta su furia con Niall, de quien piensa que se ha vuleto demasiado viejo y blando para poder dirigir a los Hijos de la Luz. Dain confirma a Valda que la reina Morgase Trakand está en la Fortaleza, en calidad de "invitada de honor" de Niall pero virtualmente prisionera y con sus movimientos totalmente controlados por el Capitán General.

Cuchillo de sueños[]

Icono HijosLuz.svg

Unos meses más tarde, Dain Bornhald reaparece junto al capitán Trom y a Jaret Byar como una de las pocas personas que apoyan a Galad Damodred cuando éste exige justicia a Elmon Valda y le acusa de haber violado y asesinado a Morgase, su madre adoptiva. Galad basa su acusación precisamente en los testimonios de Dain, Byar y otros hombres presentes en la Fortaleza de la Luz por aquel entonces, antes de que ésta les fuera arrebatada por los seanchan durante la conquista de Amadicia. Valda accede a batirse en un duelo a muerte con Galad, de acuerdo con las más antiguas costumbres de la orden, y ante la vista de los principales capitanes y generales, Galad se alza con una sorprendente victoria y se convierte por derecho en el nuevo Capitán General. Este vuelco en los acontecimientos provoca la escisión de los Hijos de la Luz, con una facción leal a Galad y otra comandada por Rhadam Asunawa, el Inquisidor Supremo, quien se marcha en busca de apoyos con los que derrocar al que considera un joven advenedizo.

Torres de Medianoche[]

Por su ayuda sin fisuras aun en los momentos más difíciles, Galad mantiene cerca suyo a Trom, Dain y Byar en su labor de unificar a los Hijos de la Luz y dirigirlos hacia el norte, lejos de los seanchan y en un lugar lo suficientemente seguro como para reagruparse y prepararse para la Última Batalla. Sus fuerzas caen en una emboscada liderada por Asunawa y los generales leales a él, pero Galad se niega a que los Hijos luchen entre sí y accede a ser tomado prisionero siempre que Dain y sus demás seguidores no sufran las consecuencias de haberle apoyado. El comportamiento valiente y honorable de Galad conmueve a los generales, que finalmente ejecutan a Asunawa y liberan a Galad, aceptándole como Capitán General. Trom, Dain y Byar acuden en persona a liberar de sus ataduras a Galad y anunciarle las buenas noticias.

Por fin reunificados, los Hijos de la Luz y la fuerza de amadicienses que les acompaña prosigue su camino hasta que los exploradores anuncian a Galad la proximidad de un ejército aún mayor cerca suyo y liderado por Perrin Aybara. Dain y Byar insisten con vehemencia a Galad que Perrin es un peligrosísimo Amigo Siniestro responsable de la muerte de Geofram Bornhald y de haber llevado Trollocs a Dos Ríos, hechos que preocupan al Capitán General y que hacen que trate con cautela e inflexibilidad a los mensajeros que Perrin envía con la intención de evitar cualquier enfrentamiento entre sus fuerzas. Cuando Galad accede finalmente a reunirse con Perrin, tanto Dain como Byar no dejan de acusarle de ser un Amigo Siniestro y un asesino que no merece piedad, pero la escena sufre un brusco cambio cuando se revela que Morgase está viva y escondida en el campamento de Perrin. Hondamente impresionado por el inesperado reencuentro, Galad accede a que Perrin sea juzgado por su madre adoptiva en el plazo acordado, pese a las quejas de algunos de sus subordinados, encabezados por Dain y Byar.

En el juicio, ante la furiosa mirada de Dain, Perrin admite haber matado a dos Hijos de la Luz pero niega ser responsable de la muerte de Geofram en Falme, ya que él también luchó contra los seanchan en aquella ocasión. Morgase haya culpable a Perrin de la muerte de los dos Capas Blancas y decide que sea Galad quien dictamine la condena, aunque éste acepta la petición de Perrin de que su fallo se realice después de la Última Batalla. Dain, y sobre todo Byar, se muestran enfadados y decepcionados con Galad por haber dejado escapar a Perrin, pero éste y sus seguidores reaparecen de improviso apoyando a los Hijos de la Luz y salvándolos de una muerte segura por la trampa que les ha sido tendida cuando decenas de miles de Trollocs se lanzan sobre ellos en medio de la noche. Este gesto es la muestra que requiere Galad para asegurarse de que Perrin no es un Amigo Siniestro y, una vez concluida la batalla, accede a aliarse con él y marchar juntos al Tarmon Gai'don. Byar no está dispuesto a permitir que pase algo así e inenta matar a traición a Perrin, pero es detenido en el último momento por Dain, quien le mata. Tal y como observa Perrin, el joven Bornhald no va a olvidar el sufrimiento por la muerte de su padre y el odio que siente hacia él, pero por sus actos ha comprendido que no es un Amigo Siniestro y no está dispuesto a que muera apuñalado por la espalda.

Un recuerdo de Luz[]

Ya iniciada la Última Batalla, Perrin lucha junto a los suyos en el frente de Andor hasta que siente que pronto deberá acudir al lado de Rand y se dispone a preparar su inminente traslado al Tel'aran'rhiod. Antes de irse con Gaul, Perrin es interpelado por Dain, que, pese a que sigue mostrándose cortante y receloso con él, le revela que la muerte de su familia no fue causada por Engendros de la Sombra sino por expreso deseo de Ordeith. Este descubrimiento enfurece y hiere a un mismo tiempo a Ojos Dorados, pero aun así agradece a Dain su franqueza y le dice que algo así no puede impedir que cumpla su tarea y deja de lado cualquier propósito de venganza contra el asesino de los suyos para acudir al lado del Dragón Renacido.

Personalidad[]

Geofram Bornhald pensaba que su hijo Dain desplegaba en ocasiones más celo y pasión de las recomendables en un Hijo de la Luz en sus deberes. El joven es el primer Hijo de la Luz presentado en las novelas y en él se hacen patentes algunos de los aspectos más negativos de su orden, incluyendo su forma de ser orgullosa y ligeramente pendenciera, su obsesión por imponer su visión del mundo al resto de personas y la firme creencia de que quienes no le sigan son Amigos Siniestros sin posibilidad de redención. La muerte de Geofram es el desencadenante de una espiral autodestructiva para Dain, quien se deja llevar por una obsesión fanática y justiciera y por su afición al alcohol, un vicio del que comienza a alejarse, poco a poco, al comenzar a frecuentar la compañía de Galad Damodred. En contraste con su compañero y amigo Jaret Byar, Dain Bornhald puede ver más allá de su fijación con Perrin Aybara y llega a asumir que no es el tipo de persona que en un principio creyó, hasta el punto de que le salva la vida y mata a Byar cuando se lanza sobre él. No obstante, y como observa Galad, Dain sigue herido y necesitará bastante tiempo para conseguir sentirse en paz con Perrin y, sobre todo, consigo mismo.

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